Hipnótico dolor
tus bretes de mujer.
Inobjetable tu belleza
y tu barro siempre humano.
Y tu rostro dubitativo,
Y esa mirada de musa.
De musa sin autor
encomendada a un juglar mudo,
A escribas mancos de alma,
y de maloliente calma
y encontrados sentimientos.
Adios, mujer. Adios.
Que el amargo dulce abur
Sea sin ese beso soñado
Que nunca pude dar.
Sir Nenón