miércoles, marzo 15, 2006

Dos cuadras

O mes chemins et leur cadence (Oh mis caminos y su cadencia)
'La poética del espacio. La casa. Del sotano a la buhardilla'
Cita de G. Bachelard
A mi barrio

Sólo dos cuadras me separan del fin de mi día. Empíricamente hablando, es tan ínfima la distancia como inexplicable la experiencia, mas, es sabido gracias a JLB que el tiempo de los niños transcurre con lentitud. Así me siento al explorar el final.
No ahondaré en ubicaciones, pues considero: la no meticulosa descripción, nutrida de fantasias sobre qúe tramo del universo habita el texto, harán menos tedioso el trajín.
Lo primero que se ve es el punto de fuga, coronado por luces continuas en un inalcanzable paralelismo morfológico, un fordismo de halos, y más arriba, la oscuridad total. Es menester ampliar foco y buscar la emboscada de algún espectro real, o de un ratero místico. Y si bien es una constante, dados los demonios que nos corren durante el viaje, es aquí donde el quiebre se produce. Es aquí, en el principio mismo, donde más atenta yace nuestra vigilia. Paradójicamente, el camino está teñido por oníricas combinaciones, las cuales enumeraré ahora.
Penumbras y sombras totales juguetean dando un movimiento estático y ajeno al viajero, quien no puede reparar en tal efecto de distracción, pues la tensión es in-ignorable. Las copas al viento provocan un canto de una bestia sin alma, un sonido no humano. También, amén de la sonora fantasmagoria, es el titiretero en el espectáculo de tinieblas a nuestros pies. Prefacio de amenaza, el escenario está hechado.
Las aceras se van superponiendo en una continuidad monstruosa. Sus desniveles son pronunciados y sus cenagosas ornamentas hacen aún peor la travesía. Para precipitar el beso de mandinga, las raíces se asoman como manos de ultratumba, arteras manos de ultratumba.
Llega el estadio más tenebroso, de mayor silencio y coincidente con el paso de (ya) medio camino. Es el cruce. Es fin y principio y, con la sabiduría de cualquier deidad, nos hace sentir que ya todo lo que hemos hecho ha sido trivial, vano y una nadería. El cruce nos abre otras sesgadas infinidades con su cúpula de luz, contrastada por una mayor tiniebla. Es aquí cuando uno está desnudo... es aquí cuando me cruzo siempre un imprevisto viajero que irá experimentando sus propias desventuras. El temor ya no es tal, sino un sentimiento de alivio y paranoia. El pulso acelera, a la respiración agitada le hace coros el de las copas. El ansia de llegar es aún mayor a cuando recién, con pánico, avistamos el camino...
La segunda cuadra es menos cerrada, las sombras ya no están en su dominio; y se ve en la rectitud y lo que antes era lúdico, ahora menos oscuro, pero mucho más ordenado, nos parece abrazar. Una luz casera se prende al paso, el cliqueo de su interrupción es detonante de un espasmo seguido de alivio... Las bestias reptan cruzando la acera o ante el desperdicio humano y la maldita fantasia de lo sobrenatural me acoje con brazos helados. Ya queda poco -pienso en un intento desesperado de mantener mi valentía. En efecto, así es.
Al fin me salgo del canal ante la imagen de un santo cristiano (no puedo explicar por qué pero el pasar cerca del ícono me provoca siempre la idea de estar siendo observado), y, ahora sí me estiro hacia mi puerta unos 20 metros más. Deseando tener ojos en la espalda abro el cerrojo y pasando cual líquido en la hendija que dejo librada, me deslizo en un paso mientras contra mi puerta el pecho raspo.
Me sobreviene una fútil alegría, sobre la pobre épica que protagonizo. Maldigo a Héctor y Aquiles, y finalmente, en un mayor acto de cobardía, extasis es ahora lo que antes incómodo.
Asi, pues, lector, termino mi rutina.

miércoles, marzo 01, 2006

Inciso Primero. Notación Nenista. MMVI.

Bar "La Nuit" de Lanús, un día como cualquier otro

Estimados y bienquistos, canallas, infames, niños moon y excelsas mas pérfidas féminas:

Cual mantón borrabino, borrabino como labio besado por el mismísimo Baco, extiendo aquí mi ciber parnaso mediocre. Mi pulcritud ínfima (del alma si es que tal fenómeno es ¿real?) me compele a aceptar ciertos demonios. Otros, jamás. Muy de vez en cuando, extremadamente aleatorio, se da un exceso de confianza en Sir Nenón que causa una explosión instintiva de pictogramas. Estos se unen en agrupaciones distintas, llamadas palabras o vocablos. Una vez formados estos pequeños "organismos", alineados de cierta manera conformarán un todo llamado "oración" o algo así. La combinación de estas últimas devendrán en un escrito que estará a su disposición sin ningún tipo de compromiso mayor que leerlo cuando quiera, o no hacerlo nunca. No espere otro cielo, ni otro infierno...